Cambio constante, mejora constante

Publicado en: Congreso | 10 enero, 2020

La competencia global y el desarrollo de la tecnología obligan a un cambio continuo. La cultura de una empresa y su organización necesitan una transformación para afrontar los nuevos desafíos de cada época. Todo esto aplica también al canal ferretero, que se destaca por una importante presencia en la economía y por la mejora constante de los líderes.

Hay que reconocer que los escenarios se modifican con mucha velocidad. Por esta razón, el primer objetivo para un cambio exitoso es la capacidad de visualizarlos. Los directivos de las empresas tienen la responsabilidad de anticipar el futuro, y con base en ello, fijar metas para toda la empresa. Esto se consigue con una administración correcta de la información. Se requiere del manejo apropiado de los datos que reúnen medios expertos, de tal modo que se pueda generar información acerca de economía, finanzas, desarrollo tecnológico, entre otros asuntos. Asimismo, se tiene que evaluar constantemente el rendimiento de la empresa; sólo de esa forma se puede valorar si se requiere un cambio de estrategia y en qué ámbito.

Además de ese proceso natural para motivar el cambio, se deben seguir algunas medidas que no sólo permitan identificarlo, sino que también favorezcan la gestión del mismo y se reduzca el margen de resistencia. Los principios a seguir son los siguientes:

Detectar el cambio: Como vimos, esto se refiere a la capacidad de un líder para anticipar el momento ideal para un cambio. También se necesita el respaldo suficiente para ponerlo en marcha, por lo que se debe sustentar con argumentos serios, de medios calificados que demuestren una investigación sustentada sobre el tema. La labor de un visionario no sólo implica detectar, sino también convencer acerca de las nuevas ideas.

Plan de comunicación: Tras la decisión conviene comunicar a las distintas áreas sobre la naturaleza del cambio. Es recomendable que se expongan los distintos argumentos y se sustente la información, tal como se realizó en el primer punto. Esto puede sonar trivial; no obstante, influye de manera determinante en la integración de todo el equipo, en la disposición del personal y en conseguir el mayor grado de compromiso posible.

Plan de formación: Los cambios son veloces, pero no inmediatos. Hay que considerar siempre un periodo de adaptación, que puede ser el momento crucial en el éxito de una nueva idea. Se necesitarán conocimientos renovados y, por tanto, se deben utilizar acciones formativas en todos los sectores de la empresa. Este proceso implica paciencia, pero también involucra una buena estrategia de aplicación. En este punto puede reconocerse la resistencia al cambio en distintos empleados, por lo que hay que tratarla con mucha cautela y una buena estrategia de aplicación.

Formar líderes: Para que el cambio se desarrolle con la mayor naturalidad y con la menor resistencia, se deben generar líderes que mantengan la motivación y la confianza durante el proceso. Además, estos líderes deben corregir durante la fase de aprendizaje, así como contribuir en el diseño de soluciones que beneficien la nueva estrategia. Recordemos que se busca un cambio integral y con la mayor armonía entre los empleados.

La relación entre la necesidad de adaptarse y el valor humano determina en gran medida el éxito de las empresas.